Todos conocemos, con más o menos detalles, la primera historia humana de la Biblia: la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén.
Pero pocos realmente entienden su misterio central: ¿qué hicieron exactamente Adán y Eva para merecer un castigo tan duro?
La dulce pregunta que hizo Dios
Después de que la serpiente tienta a Eva para que coma el fruto prohibido del árbol del conocimiento, del bien y del mal, Adán y Eva se avergüenzan y se esconden. Dios los encuentra y, aunque se enfada, no los castiga.
En cambio, les hace una pregunta muy simple: «El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás”» (Génesis 3,9). Así se ve este versículo en el hebreo original:
וַיִּקְרָא יְהוָה אֱלֹהִים אֶל-הָאָדָם וַיֹּאמֶר לוֹ אַיֶּכָּה
Vayikra Adonai Elohim el ha-Adam vayomerlo ayeka
En una palabra se resume todo
La parte más importante de este versículo es la palabra final: ayeka (אַיֶּכָּה), que se traduce como: "¿Dónde estás?”. Pero ayeka significa mucho más que eso. Es la forma gentil de Dios de iniciar una conversación difícil preguntando dulcemente: “¿Qué te ha pasado?, ¿dónde estás con respecto a mí?”.
Esta sola palabra expresa poderosamente la relación quebrada entre la humanidad y Dios.
Fuente:
Israel Institute of Biblical Studies
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